domingo, 2 de diciembre de 2012

J. R. R. TOLKIEN - El hobbit (1932)


Leí El Hobbit hace años, cuando me lo recomendó una chica de la que luego no he vuelto a saber nada. Su desaparición no fue cosa de magia precisamente, sino la vida misma. Las cosas siguieron su curso natural: nos separamos y yo leí El señor de los anillos, que me acabó aburriendo. Sin embargo, las películas de Peter Jackson me enamoraron. No sé cuántas veces las he visto, además en su versión extendida. Y su banda sonora, de Howard Shore, la llevo a todas partes en mi móvil porque nunca sé cuándo me va a apetecer escuchar sus ritmos profundos y emotivos. Todo esto abocaba a leer de nuevo El Hobbit antes del estreno de la película. La pregunta era qué me parecería después del tiempo pasado y las cosas vividas.

El esquema de la novela es sencillo: un protagonista común sin habilidades especiales va madurando

sábado, 10 de noviembre de 2012

MURRAY LEINSTER - Fuera de este mundo (1958)


Murray Leinster es mi autor favorito para los largos viajes. Leí El planeta solitario entre la larga espera en el aeropuerto de Fiumicino (Roma) y Madrid,  Mundo prohibido en dos tardes de verano, y elegí Fuera de este mundo para un viaje a Granada en tren. Son historias sin grandes complicaciones -aunque son un reflejo de la realidad y de su pensamiento-, maravillosamente bien escritas y muy entretenidas.

Si hay una pregunta que no hay que hacer a un escritor de ciencia-ficción –de mainstream, sí, of course, sobre todo a los “premios” Planeta-, es de dónde saca sus ideas. No se trata solamente de que sea algo obvio, sino que se lo han preguntado tantas veces que les cabrea. Leinster tomó la idea para Fuera de este mundo de un suceso curioso. Un campesino del que no se podía sospechar formación, se presentó muy alterado en la Universidad de Harvard. Pidió entrevistarse con urgencia con los “sabios”

sábado, 3 de noviembre de 2012

ISAAC ASIMOV - Bóvedas de acero (1954)


Cuando no se sabe qué leer, lo mejor es acudir a un clásico. Eso pensé, y eso hice. Sin embargo, Bóvedas de acero, del amigo Asimov, no tuvo suerte conmigo. Los libros tienen su momento, y éste llegó a mi vida cuando un problema grave no me dejaba respirar. Finalmente lo superé, o eso parece, y con ello le llegó la suerte: un solitario viaje en tren a Granada. No sólo terminé Bóvedas de acero, sino que leí también Fuera de este mundo, de Murray Leinster, uno de mis autores ligeros favoritos.

La novela es un thriller muy entretenido. A veces, leyendo, recordaba a un tipo que en una red de ciencia-ficción defendía airadamente que tenía un trasfondo “fascista”. Ya me pareció raro entonces, antes de leerla, y ahora sé que es una absoluta idiotez. La trama es conocida, incluso muy parecida a la fantástica película Yo, robot, protagonizada por Will Smith, al que tanto le debemos los buenos aficionados al cine de ciencia-ficción. En la novela,

domingo, 28 de octubre de 2012

PHILIP K. DICK - Ubik (1969)


Estoy teniendo algún problema con la visualización de las entradas. Es absurdo, como algunas de las cosas de blogger, pero lo iré solucionando. Perdón por las molestias.



Decía Segismundo en su famoso monólogo de “La vida es sueño” que “Yo sueño que estoy aquí/ destas prisiones cargado,/ y soñé que en otro estado/ más lisonjero me vi./ ¿Qué es la vida? Un frenesí./ ¿Qué es la vida? Una ilusión,/ una sombra, una ficción,/ y el mayor bien es pequeño:/ que toda la vida es sueño,/ y los sueños, sueños son”. Pues de esto va la novela de Philip K. Dick, Ubik, que juega con el lector a hacerle creer que el sueño es la vida, y que la vida es el sueño, para luego dejarle desamparado, aferrado a aquella solución que le sea más placentera.

Sin ser Calderón, Dick construye un relato en el que la criogenización es la solución a la muerte “definitiva”, y donde nada es lo que parece, salvo Ubik, un elixir que aparece periódicamente en el relato como el símbolo del anclaje con la realidad, como la constante que permite saber al protagonista dónde y cuándo está. Porque la maestría de Dick para llevarnos por cualquier lugar, traernos, dejarnos aparentemente plantados, y luego

sábado, 13 de octubre de 2012

JONATHAN CARROLL - Sopa de cristales (2005)


Tengo un doble sentimiento hacia los libros llamados de autoayuda. Les guardo cierto aprecio porque considero que los leen gente que busca respuestas inmediatas a problemas personales. Pero no puedo dejar de pensar que se trata de libros tremendamente aduladores que dicen al lector lo que quiere leer; es decir, que es maravilloso y fantástico, y que su problema radica en que su enorme potencialidad no se desarrolla porque hay barreras que se lo impiden. La solución es un decálogo de sencillos pasos para encontrar un camino mejor, que el autor ha descubierto y que quiere transmitir por puro altruismo. Esto no está mal, pero esta conmiseración me da un poco de repelús. Cuento esto porque Jonathan Carroll explica en Sopa de cristales cómo

sábado, 6 de octubre de 2012

ROBERT A. HEINLEIN - Estrella doble (1956)



Mark Twain dio a la imprenta El príncipe y el mendigo en 1882, contando la historia de dos niños iguales, pero de condiciones sociales distintas, que intercambian los papeles sin que nadie aparentemente se dé cuenta. poco después, Anthony Hope escribió El prisionero de Zenda, en 1894, en la que un individuo común se ve en la necesidad de suplantar al rey para detener una conspiración política. Desde entonces hasta que Heinlein publicó Estrella doble, en 1956, se hicieron de esta novela hasta cinco versiones para el cine; la última en 1952, dirigida por Richard Thorpe y protagonizada por el repeinado Stewart Granger; esto es, cuatro años antes de que nuestro querido autor diera a la imprenta su novela. Recuerdo perfectamente la película; no en vano la echaron en la tele unas mil o dos mil veces cuando era un adolescente. Es más; en el

domingo, 30 de septiembre de 2012

SAMUEL R. DELANY - La intersección Einstein (1967)


Decidí leer algo de Samuel R. Delany por eso de diversificar mi agenda de escritores. También sostengo que es bueno intercalar novelas de distinta temática y estilo, y lo planifiqué entre Leinster y Heinlein. Pensé que lo mejor sería empezar por una obra premiada, corta a ser posible, que me diera una opinión sobre el autor norteamericano. Seleccioné La intersección Einstein (premio Nebula en 1967) y busqué opiniones al respecto. Recuerdo que señalaban tres cosas: la cuestión del sentido de la mitología, el aburrimiento que podía causar la obra de Delany y la maldad (o estulticia) del que escribió la sinopsis que acompaña al libro. Leí sobre las dos primeras cosas, pero evité con eficacia leer el resumen del argumento porque me encantan las sorpresas. Sin embargo, en esta ocasión, cuando llevaba más de la mitad del libro, no me pude resistir: el aburrimiento

sábado, 15 de septiembre de 2012

MURRAY LEINSTER - Mundo prohibido (1962)


A Murray Leinster le pilló la moda new wave a contrapié; lo que se agradece. El catastrofismo y el pesimismo que atizó a la literatura de ciencia-ficción en los 60 no le afectaron en exceso. No planteó soluciones a las grandes cuestiones, como Michael Moorcock en su He aquí el Hombre (1966), ni se regodeó en la maldad del ser humano, lo que hemos visto en Los genocidas (1965) de Thomas M. Disch. Leinster se quedó a medio camino en Mundo prohibido (This world is taboo, 1960).

Nuestro autor plantea una novela en la que denuncia el mal reparto de los recursos del planeta –aquí de un sistema solar-, lo que origina hambruna, y critica la discriminación racial. Pero al tiempo no puede evitar el que el libro tenga un tono de space opera clásica, con su aventurero, la mascota y la chica.

sábado, 8 de septiembre de 2012

CORDWAINER SMITH - La balada de G'Mell (1962)


Cordwainer Smith tenía una extraña relación con los gatos. La elección del animal de compañía define la personalidad de la gente. En este caso, el vínculo entre las características prototípicas del felino con nuestro autor debió ser muy fuerte. Por lo que tengo leído ya de CS no me cabe la menor duda de que su personaje favorito era G’Mell, una humana-gata sensual, una profesional de la compañía masculina. Pero no una prostituta, sino como una geisha –evidentemente siendo un cuento de CS tenía que ser algo oriental-.

En este cuento largo se puede leer una historia de amor no correspondido entre un humano,

sábado, 1 de septiembre de 2012

ARKADI Y BORIS STRUGATSKI - El país de las nubes purpúreas (1959)


Si alguien, hoy, quiere saber cómo eran las novelas de anticipación de los años 50, ésta es su novela. Los hermanos Strugatski quisieron contar el modo soviético de conquista del espacio, en este caso, del planeta Venus. Nos encontramos, por tanto, con una obra en la que se explica de forma novelada la selección y entrenamiento de los astronautas, los debates y riesgos que se toman con los nuevos inventos para surcar el cosmos, el viaje por el espacio y la vida abordo, el descenso al planeta y los primeros descubrimientos. No hay espacio para el calor humano, el hard o la space opera, sino que parece un relato destinado a la propaganda política en la competición con EEUU en la conquista del espacio. Es más, aparecen China, Gran Bretaña o la India en el cosmos, pero nunca los norteamericanos. Es, por tanto, una crónica politizada y optimista de la expansión por el sistema solar. Un ejemplo:

sábado, 25 de agosto de 2012

CORDWAINER SMITH - La dama muerta de Clown Town (1966)


Siempre sorprende y engancha con esa prosa tan humana que llama al corazón del lector, obligándole a confesar, a reconocer las verdades. Así es Cordwainer Smith. Ya no es sólo la cultura china que alimenta el trasfondo de sus relatos, sino la espiritualidad de los personajes y de sus historias. Es un autor tan incomparable como desconocido para el gran público. Me deslumbró con una recopilación de sus relatos, Piensa azul, cuenta hasta dos, y me dejó conmocionado con Norstrilia. No menos interesante es En busca de tres mundos, en la que nada es lo que parece.

En La dama muerta de Clown Town los protagonistas son ese sujeto colectivo tan del agrado Cordwainer Smith, las subpersonas, seres mitad hombres mitad animales, producto de

miércoles, 1 de agosto de 2012

10 LECTURAS PARA LAS VACACIONES 2012

No; no voy a incluir ningún libro de Historia ni de Política. ¿Por qué? La respuesta es obvia: estoy de vacaciones. El verano pasado intercalé novelas con monografías, pero este año, paso. Voy a tener la mente en paz, "pinan" que decimos los que seguimos el Do, por lo que esta época sólo aventuras. 

La lista que incluiré a continuación es una previsión ilusa; es decir, que me conozco y sé que después de terminar un libro me encuentro en un estado de ánimo imprevisible que me lleva a empezar la obra más insospechada. Por esta razón me gusta el ebook: los tengo (casi) todos en varias tarjetas, lo que me abre un buen menú literario. Esta lista servirá, por tanto, para comprobar al final del verano si he cumplido en algo. Ahí va.


Estoy terminando La dama muerta de Clown Town, de Cordwainer Smith. He tenido que dejarlo durante diez días por asuntos varios e ineludibles. Afortunadamente siempre tomo nota de lo que leo, con lo que podré retomar el hilo con facilidad. Es la última novela de CS que me queda después de Norstrilia y En busca de tres mundos. Tengo muchas ganas de adentrarme en el universo, en apariencia disparatado, de mi catedrático de ciencia política favorito. Además, me apasiona la filosofía china que destila, el humor, la Humanidad de sus personajes, y el paso, siempre más allá, de sus relatos.



He hecho el firme propósito de leer Ubik, de Philip K. Dick. Lo incluí en la lista de "Grandes Obras de la Literatura de Ciencia-ficción" de obligada lectura desde hace eones, pero por una razón u otra lo he ido postergando. Me echa un poco para atrás el lugar común de que Dick construye buenas historias pero las termina mal. No me lo pareció en ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? ni El hombre en el castillo, pero bueno. Compré la edición príncipe en la única visita que hice al FNAC del centro comercial La Gavia, en Vallecas (Madrid). En este caso, nada de ebook, of course



El verano pasado quedé deslumbrado con la imaginación y fuerza del norteamericano afincado en Viena, Jonathan Carroll. Sentí una gran empatía con el protagonista de El mar de madera, y creo que Sopa de cristales me va a encantar. Lo compré hace un par de semanas por 1 € -sí, has leído bien- en Books Center, un lugar -decir "librería" es darle una categoría que no tiene- que se dedican sobre todo a libros de stock. Ahora que lo pienso; Carroll tiene una mente tan maravillosamente disparatada como Cordwainer Smith. ¿Querrá esto decir algo? 



Me gusta el cine de terror, quizá por el chute de adrenalina. He de confesar que no he visto Hellraiser, la película. La empecé a ver hace mucho, pero la escena en la que sale un tipo cortándose con una cuchilla me echó para atrás y lo dejé. Sin embargo, hace tiempo que pensé que Hellraiser, la novela de Clive Barker, podía ser distinta (léase "mejor"). Compré la novela también por 1 €, en la edición príncipe de La Factoría de las Ideas. No será como La ciudad infernal, de Edward Lee, aunque es posible que esté dirigida al mismo público, al lector con acné. 



Si caigo en la space opera este verano, será con Edgar Rice Burroughs y John Carter. Tengo las cuatro primeras entregas en papel, y como ya leí Una princesa de Marte -tan divertida como la película-, tocaría Dioses de Marte. Pues eso, aventura, espadas, batallas, la princesa maciza, y Carter repartiendo leches y justicia a partes iguales. Espero que se adentre en el funcionamiento del planeta rojo, que es la base de la primera entrega -y que la película toca de otra manera-, y que me parece bastante interesante. Otro libro en papel. 



Los chicos de Nevsky Prospect me enviaron El lunes empieza el sábado, de los hermanos Strugatski, y me encantó. Decidí leer más. Tengo varias alternativas: Qué difícil es ser Dios, Picnic extraterrestre, La segunda invasión marciana, o, la que es más probable que me lea, El país de las nubes purpúreas. El libro tiene su morbo, porque constituyó la base de la acusación de plagio a Cameron por Avatar -una de tantas-. A mi me pareció que la película se parecía más al relato de Poul Anderson, Llamadme Joe, pero bueno. 



Hasta aquí los cinco que hoy tienen más probabilidades, pero sumo estos otros cinco para llegar a diez. Siempre me guardo unos cuantos por si acaso, que para eso sirve un ebook. Son estos. La guerra contra los Rull, de Van Vogt. Metro 2033, de Dimitry Glukhovsky; La bestia estelar, de Robert A. Heinlein; La Torre de Cristal, de Robert Silverberg; y  La última astronave de la Tierra, de John Boyd. 

miércoles, 25 de julio de 2012

H. P. LOVECRAFT - A través de las puertas de la llave de plata (1934)

Este es el tercer relato de la serie de los viajes oníricos de Randolph Carter. El cuento tiene varias peculiaridades. La primera es que no fue escrito originalmente por Lovecraft, sino por Edgar Hoffmann Price. Lo que pasó es que "el maestro" decidió arreglarlo, y lo cambió casi por entero, menos alguna cosa. Por ejemplo, Price creó un personaje que parodiaba a Lovecraft, llamándolo "Ward Philips", al que describe como un sabio de Providence y que juega un papel básico en este cuento.

Otra de las peculiaridades es la aparición de los mitos de Cthulhu. En esta narración, con Yog-Sothoth, como en El caso de Charles Dexter Ward, y en el lenguaje utilizado en el manuscrito, el r'lyehiano, que ya vimos en

domingo, 24 de junio de 2012

ARKADI Y BORIS STRUGATSKI - El lunes empieza el sábado, 1965 (2011)


Escribir ciencia-ficción en la Unión Soviética de la Guerra Fría era complicado. Alguno dirá que también en EEUU, pero la diferencia es insultante. La libertad que se respiraba al otro lado del Atlántico permitía cualquier tipo de especulación prospectiva, tanto del pasado como del presente o futuro. El genial Fredric Brown escribía Universo de locos en 1948, una punzante crítica al modo de vida americano. Pohl y Kornbluth censuraban el capitalismo en la exitosa Mercaderes del espacio (1954). Ese mismo año, Jack Finney daba a la imprenta Los ladrones de cuerpos, que fue una clara defensa de la individualidad frente al macartismo y el comunismo; y en la que se basó la celebérrima película de Don Siegel, La invasión de los ladrones de cuerpos. Philip K. Dick publicaba en 1962 Elhombre en el castillo, una novela fundada en la idea de

domingo, 10 de junio de 2012

ARTHUR C. CLARKE - Cita con Rama (1972)

Fue una época bonita. Compraba en iberlibro y visitaba librerías de viejo en los lugares más insospechados de Madrid. Hacía auténticas excursiones con mi bolsa al hombro, la libreta y el dinero contado, siempre contado. Se trataba de encontrar clásicos publicados en la Edad de Oro de la edición de ciencia-ficción, los ochenta. Así compré Cita con Rama, de Arthur C. Clarke. Era un libro de bolsillo, de la mítica colección Ultramar, con una portada muy de cómic. Sé que podría haberme hecho con una edición más actual, pero la que yo quería era esa. Romántico que es uno.

Clarke es un tipo frío; creo que lo he escrito alguna vez, con ocasión de la reseña que hice de El centinela. Y tampoco es que me entusiasme. Muchos lo presentan como uno de los grandes gurús de la ciencia-ficción hard, esa que se ajusta a los parámetros

domingo, 27 de mayo de 2012

ISAAC ASIMOV - Segunda Fundación (1953)


Es divertido adentrarse en el ciclo de Trántor e ir sacando paralelismos con obras que han venido después. Quizá sea porque está ya muy visto hablar del ejemplo de la historia de Roma en la que se basó Isaac Asimov; aunque la verdad, no he visto mucho que se parezca a la caída de la República y la formación del Imperio. Y una sola frase al final –“Todos los caminos conducen a..."- no hace un argumento basado en la Historia de la antigua Roma.

Con Segunda Fundación doy por cerrada la trilogía de la Fundación. Lo digo porque en una ocasión, una persona me dijo que el ciclo no eran las tres novelas conocidas, sino hasta dieciséis. Entiendo que trilogía, saga y ciclo no son lo mismo, pero bueno. No lo pongo en duda, pero por mí, y mirando a algunos expertos, vale.

domingo, 13 de mayo de 2012

H. P. LOVECRAFT - La llave de plata (1929)

Creo que cualquiera que llegue a la madurez se puede sentir identificado con los primeros párrafos de este relato de Lovecraft. No tanto con el tono conservador que destila, en el que desprecia los principios de la modernidad y el curso de la civilización, sino con la pérdida de la capacidad para imaginar, la ensoñación o la fantasía en el paso a la edad madura. Transformados por el entorno social, ese yo imaginativo que se quedó atrás sólo tiene un momento para manifestarse: durante el sueño, donde el inconsciente recrea los mundos, las situaciones y los personajes que la vigilia y la realidad mantienen arrinconados.

Al cumplir los treinta años, Randolph Carter había perdido la "llave de la puerta de los sueños" porque el materialismo y el racionalismo "le habían encadenado a las cosas de la realidad". Las costumbres sociales y los "filósofos" le dijeron que si soñaba

sábado, 5 de mayo de 2012

H. P. LOVECRAFT - La declaración de Randolph Carter (1925)


Rafael Llopis dice en la introducción al libro Viajes al otro mundo –o quizá fue en otra-, que había quien pensaba que se leía a Lovecraft por su magnífica prosa. No era por esto, replicaba Llopis, sino por su habilidad para crear atmósferas que producen sensaciones. Así es. En un párrafo de quince líneas Lovecraft es capaz de sumergir al lector en el ambiente más oscuro, fétido, inmemorial y húmedo que se pueda imaginar. No hay una prosa fantástica, sino una fantástica forma de construir prosa.

La declaración de Randolph Carter es uno de esos relatos. Inicia el ciclo de sus viajes a otra dimensión, que si bien tiene algún nexo de unión con los mitos de Cthulhu parece salir más

domingo, 22 de abril de 2012

AGUSTÍN DE FOXÁ - Historias de ciencia ficción (2009)


Hay escritores, cineastas, actores o artistas en general, que son encumbrados por cosas ajenas a su trabajo, como es una declaración política a favor de la solidaridad mundial, o el fin del hambre en el mundo, o contra el cambio climático; otros son denostados por sus ideas, y sus obras quedan marginadas con independencia de su calidad. Aún así, siempre hay alguien que las lee o ve, a veces muchos; incluso existe quien las estudia, las analiza y señala su valor. Es el caso de Agustín de Foxá.

Foxá dijo de sí mismo: “Soy aristócrata, soy conde, soy rico, soy embajador, soy gordo, y todavía me preguntan por qué soy de derechas. ¿Pues qué coños puedo ser?”. Además, fue falangista, borrachín, irónico e inseguro; sí, pero sobre todo fue un escritor formidable.

lunes, 9 de abril de 2012

ALEXANDER BOGDÁNOV - Estrella roja, 2010 (1905)


La especulación sobre el porvenir del Hombre ha servido no sólo para soñar, también para la crítica del presente. Marte ha dado mucho juego en este sentido. H. G. Wells, enorme literato y socialista de mesa camilla, publicó La guerra de los mundos en 1898, lo que le sirvió para criticar a la opinión pública victoriana, a la Iglesia anglicana -no a la religión- y al modelo de gobierno británico, que en su opinión era ineficaz a la hora de responder a las necesidades sociales. 

Catorce años después, en 1912, un norteamericano, Edgar Rice Burroughs, creaba el personaje de John Carter, un ex soldado que vivía unas imposibles y fantásticas aventuras en Marte y que repetía acríticamente los estereotipos conservadores del Occidente de su tiempo.

domingo, 25 de marzo de 2012

ISAAC ASIMOV - Fundación e Imperio (1952)

Leí “Fundación” dos veces, pero hace tiempo, y no me decidí a seguir con el ciclo. Cosas que pasan. Tras lecturas complicadas, problemáticas, alguna angustiosa, que tenían de ciencia-ficción lo que yo de obispo de Huesca, me dije: “Un clásico”. Y volví a Asimov decidido a seguir con los psicohistoriadores. De esta manera conseguí dos novelas por el precio de una; porque así es “Fundación e Imperio”, dos partes surcadas por dos cuestiones filosóficas y, por tanto, debatibles.

Por un lado, Asimov juega con la idea de si existe el libre albedrío o el destino está escrito, con lo que las decisiones que toma el Hombre están predeterminadas. No habría libertad, y lo que creemos que lo es no sería más que una vana ilusión. La psicohistoria, que es la ciencia que Asimov inventa para la Trilogía, no predice actos individuales, sino

domingo, 4 de marzo de 2012

THOMAS M. DISCH - Los genocidas (1965)


La verdad es que cuando veo a los galardonados en estos premios literarios españoles tan mediáticos, imagino la intrahistoria de la concesión; es decir, cómo acordaron el sexo del escritor, luego el nombre, después la temática y por último detalles como la pasta y la promoción –reseñas amañadas, entrevistas edulcoradas y demás-. Son premios falsos, utilizados como propaganda fácil para la venta de un libro. Y pienso en ese momento en el que el escritor galardonado se encuentra consigo mismo, reflexionando sobre lo que ha hecho, en ese instante en el que no hay que posar ante las cámaras, ni fingir en la entrevista, midiendo la distancia entre él y su imagen. ¿Era esto lo que quería hacer cuando comenzó a escribir? No sé, allá cada uno. Por eso no me gustan las reseñas de libros que

domingo, 5 de febrero de 2012

STANLEY G. WEINBAUM - Una odisea marciana (1934)


Conocí a este autor por una entrada en Facebook de José Joaquín Ramos. El editor de Alfa Eridiani pedía adhesiones para la publicación de las obras de Weinbaum. ¿Y quién era? (Qué le vamos a hacer, yo sí reconozco mi ignorancia). Lo busqué, encontré su biografía y el artículo que Isaac Asimov escribió sobre él. Me pareció interesante, sobre todo el que hubiera sido un innovador, un tipo capaz de hacer algo “distinto”. Asimov lamentaba su muerte prematura (casi siempre lo es) y señalaba la importancia de su relato “Una odisea marciana” por la sencilla razón de que Weinbaum había descrito por primera vez a unos alienígenas inteligentes pero cuyos parámetros mentales discurrían por otro lado. Ya no se trataba, decía, de humanos o humanoides de distintos

domingo, 22 de enero de 2012

MICHAEL MOORCOCK - He aquí el Hombre (1966)


Decididamente, no es el mejor libro para regalar a un niño el día de su Comunión. Es más; he retrasado la publicación de este comentario unos meses debido a que caía en Navidad. He querido ahorrarme malos entendidos y comentarios maliciosos. Y es que el tema de He aquí el Hombre, de Michael Moorcock, es Jesucristo.

Hacía tiempo que quería leer algo de Moorcock, desde que quedé fascinado por los escritores británicos de los sesenta. Ese mundo londinense imaginado, gris, hippy, de fumetas desastrados pero brillantes, me hacía gracia. Moorcock era además el prototipo: proveniente del fandom, anarquista, editor de New Worlds y ejemplo de la New Wave. El problema era que Moorcock se había

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